El cuerpo es un lugar de paso, 2008

Prólogo de Juan Carlos Romero para el libro “El cuerpo es un lugar de paso”. Cuentos de Máximo Simoni, arte visual Rita Simoni

Una antigua relación entre imagen y poesía es la experiencia a lo que se someten quienes vayan a abordar este libro, donde cada uno de los dos protagonistas, el que se comunica con la palabra y quien lo hace con las imágenes, ha decidido producir su propia historia acerca de los siete cuentos aquí publicados.

Una curiosa pregunta se asoma cuando se intenta la lectura de estos cuentos: acaso la dibujante también los leyó antes o solo produjo su propia historia gráfica y después se aventuró a dialogar con el texto escrito.

La respuesta está a la vista y es el rico entramado que se forma entre los cuentos y las imágenes, los que nos hablan acerca de la libertad de cada uno para poner a los lectores en la situación de no saber por dónde comenzar: los ojos estarán dispuestos a leer o quizás a mirar. Difícil decisión.

Lo que ocurre es que las imágenes llegan muy rápido a la vista, y para ir a las palabras es necesaria una cuota de atención para la lectura y es en esos instantes es donde los ojos comienzan una especie de danza, en la que no se podrá evitar ir de un lugar a otro, paseando por el territorio de las paginas abiertas, como un paisaje lleno de líneas, manchas, fotos y palabras, que como arterias sanguíneas, llenan de fluidos vitales al libro.

Todo compone un rico paisaje, casi sin solución de continuidad, que conduce al lector-contemplador por un recorrido donde los días de inmenso placer se sucedieron mientras veía nacer colores que ningún demiurgo en el más fértil de sus sueños pudiera imaginar en donde las paredes, escaleras, animales, ventanas y flores dan cuenta de una narración llena de matices de formas, ruidos, olores, texturas, de sabores y acciones que abren así un camino sinfín.

Es así que los personajes, unas veces aparecen en el relato, otras se ocultan detrás del dibujo y al final de cada cuento están presentes en ese poético doble discurso en el que el exige al lector develar el misterio de su presencia.

Un único libro, en el que las imágenes y el relato protagonizan, en una simbiosis creativa, la oportunidad de llevar adelante un desafío artístico y el resultado está aquí, para el placer de quien tiene el privilegio de poder tenerlo entre sus manos.