Muro Vivo, 2012
El muro, en toda su extensión. Bordes que quedaron desmarcados de una autopista fantasma. Tanto fue el tiempo que en tierra lindera crecieron árboles, arbustos, espacios de juego. Y ramificaron senderos surcados por perseverantes corredores aficionados a los atardeceres rojos, perros que gozan de ansiadas libertades y dueños de perros que gracias a ellos se dan a soleadas conversaciones. Brotaron plazoletas con nombres de ilustres tangueros, otras con rústicos carteles de defensas barriales. Tierras de noches iluminadas pero cada vez más inciertas en tiempos que corren para transeúntes desprevenidos.
Y el muro, que grita a voces su triunfo acompañando el trayecto, de pe a pa.
El muro está vivo, laten entre sus ladrillos medianeros no sólo las casas vecinas que ocultan su profanada intimidad con enredaderas mágicas. Aquellas se despliegan entre chorreaduras violetas, rojas, verdes, amarillas, plateadas.
Variedades de hojas respiran al ritmo de cruzados corazones, globosas letras, delineadas figuras, volúmenes sombreados, puntiagudas interjecciones y amorfos signos de abstracta procedencia.
Capas y capas de superpuestos mensajes, entretejiendo verdades otras, de esas que no aparecen en los diccionarios.
Rita Simoni, 2012